“No todo lo que brilla es oro”. Aproximaciones al aporte económico de la cultura

Introducción

Es muy común escuchar desde distintos sectores de la sociedad una idea general de cultura (vaga pero repetida) asociada a un gasto meramente improductivo, contrapuesta a un horizonte de inversión estratégica para las agencias estatales. Desde la comprensión del campo cultural como un sector de elevado dinamismo en la economía, en el presente escrito nos proponemos interrogar su aporte a la producción nacional, la composición y características del empleo cultural, así como su concentración geográfica, para luego, en función de los datos disponibles, analizar sus características al interior del sector público estatal provincial.

“Cuentas claras conservan la amistad”. Aportes de la cultura al producto nacional

Las industrias culturales comprenden una gama diversificada de actividades asociadas a la creación, producción y comercialización de bienes y servicios culturales, configurando un sector altamente heterogéneo y dinámico. Los sectores por rubro de actividad pueden ordenarse en: Artes escénicas y espectáculos artísticos; Artes plásticas y visuales; Libros y publicaciones; Audiovisual; Diseño; Patrimonio material; Formación cultural; Producción y edición musical; Contenido digital y Publicidad.
Ahora bien, el imaginario vinculado al universo cultural suele encontrarse asociado al valor del mismo en tanto cohesionador social. Asimismo, en materia de consumos culturales particulares suele ser homologado a un gasto recreativo poco sustancial en términos económicos, sin dimensionar el aporte real del sector en materia de contribución a la producción nacional. En otras palabras, esta mirada es solidaria de pensar la cultura por fuera de la economía y del dinero, como dos universos paralelos sin demasiados puntos de contacto (spoiler alert: la cultura es también un hecho económico y en cuanto tal, un hecho económico significativo). Una buena manera de matizar esta apreciación es dar cuenta, a través de cifras oficiales, del dinamismo inherente a dicho universo:

  • Una de las formas de cuantificar la contribución económica del sector, teniendo presente la heterogeneidad e informalidad características de muchas actividades no registradas, es a través del valor agregado bruto cultural (VAB cultural). Este constituye un indicador susceptible de dimensionar el peso de la actividad en la producción nacional y sus proyecciones temporales. Con cifras del año 2021, la participación del sector cultural en el VAB total de la economía fue del 1,7 %, comparativamente superior al sector de hotelería y restaurantes (1,5 %) y energético (1,1 %) respectivamente. En lo referido a su proyección temporal, en el período comprendido entre 2017 y 2021, la evolución interanual registró un crecimiento del 12,7 %, comparativamente mayor al registrado para la economía total (10 %) en el mismo período.
  • El peso relativo en el comercio exterior no se queda atrás, siendo el aporte de los servicios culturales en el año 2020 el 3,79 % del comercio total de la economía (valores nada despreciables en momentos de sequía), con una marcada incidencia de las prestaciones audiovisuales digitales (streaming) asociadas a la traslación de los consumos culturales en el marco del aislamiento social vinculado a la pandemia.

En suma, en función de los aportes a la economía en su conjunto, se consagra como un sector estratégico y de amplia proyección. Ahora bien, habiendo sopesado su contribución a la producción nacional ¿cómo es la composición del empleo cultural y qué características asume?

Aspectos asociados a la dinámica laboral del sector cultural

En lo que respecta al empleo cultural, concentra una parte significativa de la empleabilidad de  jóvenes y fomenta la creación de emprendimientos y microempresas de diversa índole. En el año 2020 sólo los trabajadores registrados representaban el 1,7 % del total del sector privado a nivel nacional. Siendo un sector caracterizado por perfiles educativos altos, las trayectorias laborales, paradojalmente, se encuentran fuertemente signadas por condiciones de empleabilidad no formales (43 % de los empleados asalariados) dando cuenta, de este modo, de la subrepresentación del sector cultural en la participación laboral de conjunto.
En lo referido a la composición por género, el universo de la cultura comporta, en términos comparativos, algunas particularidades en relación a otros campos laborales. En efecto, desde la comprensión del denominado “techo de cristal” como un fenómeno que obtura el acceso y participación de mujeres en cargos jerárquicos, el campo cultural observa una repartición más equitativa en relación a los empleos no culturales.

En Argentina, la proporción de varones que ocupan cargos jerárquicos o directivos es mayor que la de las mujeres. En las ocupaciones no culturales, los varones representan el 67% y las mujeres, el 33% de los cargos jerárquicos. En cambio, esta diferencia es menor en las ocupaciones culturales (52% y 48% respectivamente).
Por último, en lo que respecta a su distribución geográfica a nivel nacional, la concentración del empleo cultural registrado por provincia da cuenta de la participación mayoritaria de CABA (38,6 %) y provincia de Buenos Aires (29,3 %). En relación a esta última, uno de cada tres trabajadores del sector cultural en el ámbito privado se inscribe territorialmente en la Provincia configurando, junto a CABA, dos polos culturales de gran escala e impacto. Ahora bien, habiendo sondeado el universo de la cultura en función de su desempeño en el ámbito privado ¿Qué indicadores permiten ponderar la relevancia del sector cultural en el ámbito estatal? Situados en una escala provincial, signada de por sí por una elevada heterogeneidad ¿En función de qué variables podemos sopesar la distribución regional de las unidades culturales en el sector público a nivel municipal? ¿Qué características asume dicha repartición?

Hacia la construcción de un mapa cultural. El caso de la Provincia de Buenos Aires

En pos de dar cuenta del estado de situación del campo cultural a nivel público – estatal, el relevamiento realizado por el OID – BA en la provincia de Buenos Aires incorporó a la composición del Índice de Sustentabilidad Sociodemográfica (ISSD) una dimensión cultural caracterizada por la inclusión de cinco variables, tomando como parámetro una desagregación a escala municipal. Estas son: presencia de Casas de la Historia y la Cultura del Bicentenario, Centros culturales y Museos y espacios de exhibición patrimonial; realización de Fiestas y festividades y adhesión a Programas culturales a nivel nacional.

Estas unidades culturales, ponderadas en función de la densidad poblacional de los respectivos municipios, permitieron elaborar una suerte de mapa cultural provincial que permitiera analizar el peso específico asignado por cada uno de ellos a la dimensión “cultura”. En función de las coordenadas observadas, analizaremos de forma general las asimetrías registradas en la configuración del campo cultural a nivel provincial.

La dimensión cultural en las secciones electorales de la PBA

La Provincia de Buenos Aires se compone de 135 municipios geográficamente distribuidos en 8 secciones electorales. En la composición del ISSD dicha desagregación territorial fue el criterio orientador para sopesar el estado de situación de los mismos en una escala interseccional. En lo que atañe al peso específico del Índice Cultural (IC) pueden observarse algunas particularidades:

  • La Provincia de Buenos Aires comporta un IC Total de 0,21.
  • Con la salvedad de estar integrada exclusivamente por el partido de La Plata, la sección electoral 8° registra un IC ampliamente superior a la media de la PBA.
  • Desde una perspectiva comparada, de las 8 secciones electorales analizadas sólo 3 comportan un IC superior a la media provincial, encontrándose las restantes por debajo de dicho registro. En relación a estas últimas, la primera sección electoral observa el IC más bajo la provincia de Buenos Aires.

Como se desprende del análisis, la valía asignada a la dimensión cultural en una escala público – estatal registra entre las secciones electorales de la PBA una elevada dispersión, comportando de forma general una subvaloración de dicho universo en tanto dinamizador social y económico fundamental. El robustecimiento de la dimensión cultural desde una articulación estratégica y coordinada entre las agencias estatales, el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil, así como la aplicación de tecnologías de la información orientadas a generar datos abiertos de calidad a nivel municipal, constituye una estrategia primordial a la hora de examinar y evaluar posibles cursos de acción gubernamental. De forma general, el presente trabajo intenta ser un aporte en esa dirección.